Chapter 8
Capítulo 8
Lain miró a su querida mamá inocente, y suspiró en su interior antes de decirle con un tono de voz lleno de cariño:
“Mamá, no te preocupes tanto, solo te estaba preguntando. No tengo ningún problema con este lugar, mientras esté contigo, estoy feliz viviendo donde sea.”
Carol sonrió, mostrando su gratitud con una sonrisa.
“Mi querido Lain, tranquilo, que tu mamá va a trabajar duro para asegurarnos un futuro mejor.”
“¡Eso mamá, tú puedes!”
“¡Eres la mejor, mamá!”
Ledo y Luca animaron a su madre con entusiasmo.
La sonrisa en el rostro de Carol se hizo aún más brillante.
“Bueno, vamos, coloquemos las maletas y luego los llevo a comer algo rico.”
“¡Claro que si!”
Después de cenar, los tres pequeños se fueron a lavar las manos y la cara, mientras Carol arreglaba las camas..
“¡Toc, toc, toc!” El sonido de alguien golpeando la puerta resonó de repente.
Carol, pensando que era alguien del hotel, abrió la puerta. “¿Si…?”
“¡Llévensela!”
Antes de que Carol pudiera terminar su frase, el hombre de negro que lideraba el grupo ordenó a sus hombres que la capturaran.
Carol, confundida y asustada, intentó resistirse. ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren? ¡Suéltenme! Ustedes… ¡Mmm!”
Le taparon la boca y la sacaron a la fuerza del pequeño hotel.
Luego Carol fue llevada a un edificio de oficinas.
Aspen se encontraba allí, él éra un adicto al trabajo y solo parecía interesado en dos cosas: su hijo y su trabajo./
Después de dejar a Ayla en casa, se dirigió directamente a inspeccionar el edificio que quería adquirir.
Aspen estaba revisando algunos documentos en su oficina cuando el asistente Abel entró.
“Aspen, ya está todo claro. Las ruedas del carro fueron destruidas con explosivos de precisión, pero ese chico tiene un perfil muy bajo. Quedó huérfano de padre desde pequeño, y junto con sus dos hermanos, ha vivido con su madre en un pueblito de montaña. Llegaron hoy a Puerto Rafe. No hay nada inusual en ellos. Ya hemos traído a la madre del niño, ahora está en la sala de conferencias.” Content from NôvelDr(a)ma.Org.
Aspen frinció el ceño ante la mención de los explosivos.
Dejó los papeles a un lado y se dirigió a la sala de conferencias.
Abel lo siguió, sabiendo que Aspen sospechaba que alguien más importante estaba detrás del niño.
En estos años, muchas personas habían intentado acabar con Aspen, por lo que tenía que ser cauteloso.
Dentro de la sala de conferencias, Carol todavía estaba confundida.
No entendía qué estaba pasando y estaba aterrorizada.
“¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren de mi? Ustedes..
En ese momento, la puerta de la sala de conferencias se abrió.
Aspen entró, exudando un aura poderosa, como un rey en su trono, imponente por su altura y porte.
Carol lo vio enseguida, destacando entre todos.
Y entonces, sus ojos se abrieron de par en par, su aliento se detuvo y, sin poder creerlo, lo miró de nuevo, impactada.
¡Ese hombre era idéntico a Laín y a Ledo!
¿Acaso él era el padre de los niños?
¿Era él el hombre que había arruinado su vida aquella noche?
Al recordar ese pasado, el ceño de Carol se frunció y sus manos se cerraron en puños involuntariamente.
Su presión se disparó y su respiración se volvió irregular.
El recuerdo de esa noche habia destrozado su vida.
Por aquel embarazo inesperado, fue señalada y maldecida, además de ser llamada de todas las formas denigrantes posibles.
Desde la perspectiva de una madre, tener a sus tres ángeles era una bendición.
Pero recordando aquellos tiempos, había sufrido demasiado, era un sufrimiento inenarrable.
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Y todo ese dolor, fue causado por ese hombre desgraciado.