Chapter 61
Capítulo 61
En esta vida, Matías siempre me había dado una sensación inexplicable.
Pero aun así, no podía mostrarme débil hacia él.
Justo cuando estaba a punto de cerrar la puerta, noté que el Dr. Gonzalo también tenía su puerta abierta y me estaba observando.
Probablemente, él también había visto a Matías salir de mi casa y yo con los labios apretados, no sabía qué pensaría, especial nte porque parecía que se
habían encontrado hoy.
Debía haber reconocido a Matías.
Con una sensación de incomodidad, saqué una botella de leche para ofrecérsela: “Es leche que mi hermano me trajo y quiero compartirla contigo“.
Sin esperar a que la aceptara, la dejé justo en su puerta.
Luego, recordando a Jeremías, corrí de regreso por otra botella: “También llevaré una para el Sr. Jeremías“.
En esta vida, tenía un filtro de bondad para ambos. Si no fuera por ellos, probablemente nadie sabría ni cómo había muerto.
Pero justo cuando había dejado la leche, una brisa de verano sopló y cerró la puerta de mi casa de golpe.
¡No había traído las llaves! Estaba en problemas.
Mordiéndome el labio inferior, extendí mi mano hacia Gonzalo diciendo: “Teniendo en cuenta que te traje leche, ¿podrías prestarme tu teléfono? Necesito llamar a alguien para que me abra la puerta“.
“No tengo el número de ningún cerrajero, busca a Jeremías“.
Ninguno de los dos parecía tener intención de ocultarme nada.
Qué desperdicio, ambos eran muy guapos.
Entonces lo escuché llamar a Jeremías: “Ven a la puerta“.
Si alguien más escuchara esto, probablemente lo tomaría como una orden, pero
no sé por qué, me pareció una comunicación normal entre pareja y no pude evitar sonreír secretamente.
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Cuando vi a Gonzalo mirando la leche con una emoción compleja, preguntó: “¿Leche del rancho la familia Hoyos?”
Incliné mi cabeza, confundida. La botella de leche no tenía ninguna marca, era solo un envase de vidrio común, ¿cómo había podido reconocer
inmediatamente que era de la familia Hoyos?
Ante mi confusión, no dijo nada sino que simplemente tomó la leche y la guardó en el refrigerador. Al abrirlo, vi que estaba lleno de botellas iguales.
Entonces, Matías era cliente de Gonzalo, ¿y hoy nabía ido a hacerle un regalo?
¿Y de paso me había traído unas cuantas botellas para calmar el apetito?
Comparada con la cantidad de leche en el refrigerador de Gonzalo, la mía parecía insignificante.
“¿Te gusta?” preguntó, colocando dos botellas en el microondas paral calentarlas.
Hice una mueca intentando sonreír, sin decir si me gustaba o no.
De hecho, me gusta bastante la leche, de lo contrario, en mi vida anterior no habría terminado en la cama de Matías después de tomar la leche que la Sra. Fajardo me había ofrecido, convirtiéndose en un dolor de por vida.
Esta vida no había sucedido algo así, lo que significa que el rumbo de mi vida ya había cambiado. Igual era mejor ser cautelosa.
Como no respondí si me gustaba, Gonzalo tampoco me ofreció la leche.
Jeremías llegó, malhumorado: “Diablos, ¿no puedes llamar a un cerrajero? ¿Tengo que dejar todo en la estación y venir aquí a resolver tus problemas?” Cuando levantó la vista y me vio sentada en el sofá, le saludé con la mano. Me miró a mí y a Gonzalo, su expresión llena de sorpresa.
“Gonzalo, no esperaba que tú…”
“Calla,” lo cortó Gonzalo con una mirada. Inmediatamente se calló y se concentró en la cerradura, tras examinarla dijo: “Ah, no es tu cerradura la que está rota, es la de ella“.
Rápidamente abrió la puerta con hábil destreza y dijo: “Esta cerradura no es muy segura. Se abre fácilmente con un poco de presión, Mañana deberías cambiarla por una con código“.
Capitule 61
Asentí, agradeciéndole antes de apresuradamente irme a mi apartamento.
Había dado solo unos pasos cuando escuché a Jeremías llamarme: “La leche“.
Me quedé congelada por unos segundos, mirando hacia Gonzalo detrás de él, quien sin decir nada, se puso de lado, mirándome,