chapter 78
chapter 78
Feliz cumpleaños.
Cerré la caja con el collar, pues no queria ver un segundo más ese anillo que tuvo un gran significado para mi en el pasado.
Miré inexpresiva a Alexander, intentando adivinar lo que pasaba por su cabeza en este preciso instante, de su rostro no se borraba una dulce sonrisa que me ponia los nervios de punta. No entendia que pretendia al devolverme lo que ya no me pertenecia, lo único que ha logrado es remover recuerdos que en su momento fueron dolorosos y que habia logrado superar con el paso del tiempo, sin embargo, no podia negarme a mi misma que habia tocado una fibra sensible dentro de mi, pues no dejaba de pensar que habia guardado consigo el par de anillos hasta ahora.
Abri mi boca para decirle que no queria de vuelta el anillo de compromiso ni mucho menos el de boda, pero la voz de mi madre inundó la habitación interrumpiendo oportunamente este momento tan tenso para mi.
– Sarah, aqui estás…-se quedó en silencio al ver a Alexander de pie frente a mi con Tristán en sus brazos y se corrigió enseguida, mientras tanto, aproveché la oportunidad para guardar de vuelta la caja en la bolsa de regalo.-Digo, aqui están. Lo siento si los he interrumpido. dijo mientras su mirada se posaba en Alexander y en mi una y otra vez, sin poder disimular. Ya han llegado los invitados. y están preguntando por la cumpleañera, deberian bajar a saludar, en unos minutos comenzará la celebración.
Pasé mis dedos por mi frente con nerviosismo e hice mi mayor esfuerzo para que mi madre no viera el regalo que Alexander acaba de darme, de hecho, no quería que nadie la viera, porque no tenia intención de quedarmelo.
-Si, tienes razón, iré enseguida con Tristan. dije acercándome a Alexander para que dejara a mi hijo en el suelo, pero su mirada no se apartaba de mi rostro ni siquiera estando mi madre a pocos metros,
aunque, al parecer, no habia entendido que quería a mi hijo conmigo. Eh… Alexander, ¿puedes dejar a Tristán en el suelo? Quiero ir con el. pedi tranquila, aunque inexplicablemente, por dentro estaba hecha un caos por su culpa.
Cuando Alexander por fin lo entendió, dejó a Tristán en el suelo como se lo pedi y de inmediato tomé su pequeña mano para seguir a
mi madre hasta la salida.
Por cierto, están muy guapos los tres, han hecho un buen juego de colores, me gusta. miré al techo pidiéndole al cielo que no
acabara con mi paciencia por lo que acaba de decir mi madre y no tardé mucho en darme cuenta de que la coincidencia en los colores.
del atuendo de los tres no fue más que un complot de mi madre, ella insistió en estar presente en la elección de mi vestido.
Aproveche que mi madre no estaba mirando, para dejar la bolsa de regalo encima de la mesa de noche de Tristán. Si no queria que
nadie viera el regalo de Alexander, seria una mala idea llevarlo conmigo toda la noche.
Al menos no me lo ha tirado por la cabeza. -Alexander habló para si mismo en voz baja detrás de mi, pero logré escucharlo y no
pude evitar reirme en silencio sin que nadie pudiera verme.
Por fin pude respirar con normalidad, una vez que estuve lejos de Alexander y la que sea que fuera su intención conmigo, pero no
duró mucho tiempo, pues escuché sus pasos detrás de mi y cuando me di cuenta, estaba caminando en silencio al otro lado de Tristán
con las manos en los bolsillos de su pantalon.
Si habia alguien que sabia como acabar con mi paciencia, ese era Alexander Lancaster, NôvelDrama.Org copyrighted © content.
Tristán estaba emocionado porque le encantaban las fiestas y celebraciones, daba saltitos con cada paso que daba y antes de bajar
las escaleras, se aferró a la mano de su padre. Miré a cualquier otro lado con un poco de incomodidad, sin ser capaz de impedir que
Tristán tuviera aquel contacto con Alexander, después de todo, es su padre, ya habia impedido que supieran el uno del otro en el pasado,
esta vez no me dejaria llevar por mis impulsos y entrometerme en la relación de padre e hijo que estaban recuperando.
Al llegar al jardin decorado por mi cumpleaños, me encontré con más personas de las que imaginé, pensé que estarian presentes las
personas que me rodean dia a dia, pero no, mis primos, Bastián y Hugo, al igual que mis tios, habian vuelto de su viaje al exterior
dándome una gran sorpresa.
Y hablando de sorpresas, los Dubois también estaban presentes como si no hubiesen hecho tantas atrocidades, me impresionaba el
cinismo de Paul y sus padres, pero era obvio que debian fingir para lograr su cometido.
Saludé a todos los invitados con un beso y un abrazo, cuando llegue a los Dubois, fingi de la misma manera que ellos y los saludé
como si no estuviera consciente de sus planes. Quien se iba a imaginar que eran unos lobos disfrazados de cordero.
No me sorprendió que Jack se haya encargado de recibir los regalos que tenian para mi y dejarlos en una mesa para el momento que me decidiera abrirlos, aunque después de aquel primer regalo de cumpleaños, ya no me apetecía revisar, al menos no por hoy.
Al llegar a Bastián y Hugo, los saludé con una enorme sonrisa en mi rostro y los elogie por lo bien que lucian esta noche, ambos
habian hecho cambios a su imagen, pero para bien.
Mi madre queria iniciar con un brindis, pero mi padre la interrumpió cuando me pidió que lo acompañara a su despacho por unos
minutos.
Dejé a Tristán con mi madre, aunque pronto se escapó de sus brazos para salir corriendo con Alexander quien hablaba distraidamente con su asistente sin dejar de buscar mi mirada, pero hice un buen trabajo al evadirlo desde que llegamos al jardin.
Mi padre cerró la puerta de su despacho con seguro y me miró con una sonrisa nostalgica en su rostro antes de envolverme en sus
brazos.
Feliz cumpleaños, nuevamente. dijo sobre mi cabeza y no pude evitar sonreir sintiéndome aliviada en sus brazos. -Es tu primer cumpleaños después de muchos años escondida en una identidad falsa por
tu seguridad, sin imaginar que el peligro estaba más cerca de lo que pensaba, no sabes cuanto lamento ponerte en esta situación, siento que por mi culpa has sufrido muchas decepciones, no te han lastimado fisicamente, pero el daño que te han provocado es peor que eso, La voz de mi padre sonaba temblorosa, no lo podia ver,
sabia que estaba por
derramar algunas lagrimas por sus sentimientos encontrados.
pero
Me aferré a su cintura cerrando mis ojos con fuerza, evitando que las lagrimas que picaban en mis ojos se escaparan.
Entendia su angustia y su sentimiento de culpa, pero el no era el culpable de nada. Nadie tenia la culpa de que la Sra. Dubois estuviera obsesionada y que cometiera actos delictivos por un amor no correspondido, no somos culpables de ser victimas de personas que estaban mal de la cabeza. Mi padre simplemente la rechazó porque su corazón pertenecia a otra mujer, él solo queria ser feliz con la
mujer que amaba, como todos en este mundo.
-Padre, no tienes la culpa, nadie más que los Dubois son culpables, ¿Quién se iba a imaginar que ellos estarian detrás de todo esto?
Además, yo estoy bien, tengo unos padres que adoro y un hijo que lo es todo para mi. Ellos van a pagar muy pronto por todo lo que han
hecho.-respondi con un nudo en la garganta, en un intento por quitarle la culpa a mi padre, pero no funcionó del todo.
Mi padre rio secamente y deshizo nuestro abrazo, pero sin soltar mis brazos. Senti un dolor en mi pecho al ver su rostro entristecido
y sus ojos cristalizados.
Odiaba ver a mis padres de esa manera.
Hija, sé cuanto adoras a tu familia y sé que estás bien después de todo, pero respóndeme algo, ¿eres feliz?-su pregunta hizo eco
en mi cabeza y la palabra se quedó atascada en mi garganta cuando quise decir que si.
Repeti la palabra felicidad en mi cabeza una y otra vez, preguntándome a mi misma si lo era realmente, pensé en lo feliz que me
siento con mi hijo y sonrei antes de asentir con mi cabeza en respuesta.
-Soy muy feliz con mi hijo, con ustedes, mi familia. -respondi sin titubeos y mi padre me miró como si no fuese esa la respuesta
que esperaba.
No me refiero a lo feliz que eres con tu familia. -lo miré confundida y pronto continuó hablando. – Hablo de tu corazón, de la persona que altera tus nervios, que hace latir tu corazón con fuerza, aunque sea de enojo, que te desestabiliza con actos inesperados o con lo más minimo.-mi padre habló abiertamente y con su descripción solo pude pensar en una sola persona, pero no era parecido a lo que decía, si me hacia sentir de esa manera, era porque no lo soportaba y porque sus acciones o palabras eran inesperadas y me hacia
enojar.
Un claro ejemplo, era el regalo que me hizo.
Papa, si hay algo que he aprendido con el tiempo, es que la felicidad no depende de una persona, de una pareja como me quieres hacer ver, no necesito a un hombre en mi vida, con mi hijo es más que suficiente para ser feliz. Soy una mujer divorciada, ¿lo recuerdas? -respondi con seguridad, pero por su rostro, no estaba del todo seguro de lo que decía.
Lo recuerdo muy bien y entiendo lo que dices, pero hay algo que me deja dubitativo, y es que, desde que volviste a casa, no te he visto sonreir como en las fotos que tenias con Alexander desde que se conocieron, has cambiado, te has vuelto una mujer fria y has guardado tu corazón bajo siete llaves. - solté un suspiro cansado al escuchar aquel nombre que me exasperaba y solté a mi padre por completo al darme cuenta de lo que estaba intentando.
Alexander es un capitulo cerrado en mi vida. Antes lo detestabas, ¿por qué ahora intentas ayudarlo? Si te ha pedido que hables conmigo para intentar convencerme de volver a casarme con él, entonces estás perdiendo tu tiempo. -dije un tanto alterada caminando hacia el escritorio y quedando de espaldas y mi padre rio por lo bajo mientras se acercaba a mi,
No te convenceria de algo que no quieres. Lo detestaba porque volviste hecha pedazos por su culpa, pero lo que hizo fue para protegerte, no es tan distinto a lo que yo hice contigo en el pasado, te dejé casi a la deriva, sin mi apellido, te hice elegir entre tu familia y tu felicidad, el era tu felicidad a pesar de todo. -me giré para mirarlo con incredulidad y su mano tomó la mia. Hija, no estoy justificandolo en lo absoluto, pero entiendo lo que él ha sentido cuando la persona que más queria estaba en peligro, en esa situación no se piensa con cabeza fria, harias lo que fuera para mantener a salvo a quien amas, encuentras la primera solución, aunque sea la peor
decisión de tu vida y decides arriesgar todo con tal de manteneros a salvo.
Miré lejos de mi padre con una sonrisa sin gracia en mi rostro, estaba reacia a compartir su opinión al respecto, pero una parte de mi
me hacia ver todo desde otra perspectiva.
Mi padre queria protegerme cuando quisieron secuestrarme y me oculto quitándome su apellido. Alexander queria protegerme de la
amenaza de muerte y decidió ceder ante Rachel y sus chantajes.
Esfumé la sonrisa de mi rostro al caer en cuenta que en mi mente estaba tratando de justificar a Alexander.
¿A qué quieres llegar con todo esto? Quieres que me olvide de lo que vi en la oficina de Alexander y haga como si nada hubiese pasado, ¿quieres que vuelva con él?-pregunté irritada conmigo misma por estar a punto de ceder a la persuasión de mi padre.
No, te conozco y sé que eres muy orgullosa, puedes estar amando en tu corazón a una persona, pero si te hizo daño jamás volverias y arriesgarte a que te vuelva a herir.-mire con diversión fingida a mi padre por lo que acaba de decir.
¿Amar en mi corazón?
Yo no amo a Alexander.
No lo amo y se llama dignidad. -respondi sin ánimos y cansada de este tema.
¿Para eso me hizo venir hasta aqui?
Yo diria que es miedo. Pero, en fin, “no lo amas”. Aunque él esté locamente enamorado de ti, no es el único hombre en este
mundo capaz de hacerte feliz. -solté una risa seca cuando mi padre hizo comillas con sus dedos y escuché el: locamente enamorado de
1.
¿Qué le ha metido a la cabeza ese hombre a mi padre?
Vale, ya lo he entendido, todo a su tiempo, no quiero equivocarme de nuevo. -dije tajante, con la intención de llegaramos al final
de este tema que solo haria que me doliera la cabeza.
Mi padre lo entendió y me sonrió, aunque no parecia muy satisfecho.
Hija, solo quiero que seas feliz, quiero verte sonreir de nuevo, no importa cuantas veces lo intentes, ni cuantas te equivoques, los
errores están para cometerse, nadie es perfecto en este mundo, pero solo uno mismo es quien decide arriesgarse a ser feliz las veces que
sea necesario. -asenti con mi cabeza entendiendo a la perfección su mensaje, él solo queria lo mejor para mi y siempre estaria para
enmendar mis alas. – Dejando este tema a un lado, quiero darte mi regalo de cumpleaños.
Mi padre me soltó y camino hasta su escritorio para buscar entre algunas carpetas un sobre blanco sellado, me lo entregó y lei lo que
estaba escrito en la nota sin ver su contenido.
“Feliz cumpleaños número 30 a la heredera de Doinel. Con amor, tu padre.”
Sonrei al ver el corto mensaje, mi padre era un hombre de pocas palabras cuando a notas se referia y esta vez no era la excepción.
Muchas gracias, la sola nota ha sido suficiente. -dije antes de abrazarlo por el cuello con fuerza y una sonrisa volvió a dibujarse en mi rostro, después de el mal sabor de boca que me dejó nuestra conversación.
Si ha sido suficiente, entonces no es necesario que lo abras ahora, puedes abrirlo cuando sientas que las cosas no salen como quieres, lo tenia preparado para ti desde hace un tiempo y este es el momento perfecto para dártelo. -asenti con mi cabeza estando de
acuerdo con él.
Después de todo, habla decidido no abrir ningún regalo después de ver el de Alexander.
Y otra vez Alexander.
Debo dejar de relacionarlo con todo lo que pasa a mi alrededor, esto no estaba siendo sano para mi.
– Feliz cumpleaños.